El uso de la inteligencia artificial (IA), como herramienta de trabajo en organizaciones empresariales y personas, ha ido ganando espacio durante las últimas dos décadas.
Sin embargo, el concepto como tal, y todo lo que de este se deriva, no parece ser de dominio del común de los mortales, incluso es desconocido para profesionales de todas las ramas del saber, e ignorado por casi la totalidad de las micro, pequeñas y medianas empresas. Así también, la mayoría desconoce las ventajas y desventajas que existen de la implementación de la IA como instrumento de desarrollo de una sociedad, llegándose a plantear los altos riesgos negativos que hay implícitos en este tipo de tecnología.
Pero lo anterior tiene su explicación. La inteligencia artificial va más allá del cómo pensamos, es decir, de entender cómo un simple puñado de materia puede percibir, entender, predecir y manipular un mundo mucho más grande y complicado que ella misma (Russell, S. y Norvig, P., 2004). Pero veamos algunas definiciones sobre la IA para ir desmenuzando el concepto, su importancia, bondades y riesgos reales encerrados.
En ese sentido, Haugeland (1985) dice que la IA es el nuevo y excitante esfuerzo de hacer que los computadores piensen…maquinas con mentes, en el más amplio sentido literal. De su lado, Kurzweil (1990) refiere que la IA es el arte de desarrollar maquinas con capacidad para realizar funciones que cuando son realizadas por personas requieren de inteligencia, mientras que Winston (1992) dice que la IA es el estudio de los cálculos que hacen posible percibir, razonar y actuar.
Otro elemento interesante de la IA es cómo esta funciona, desde el punto de vista de su estructura y contenido. Lo primero es decir que esta, desde su origen, se nutre de la filosofía (cómo funciona la mente, surgen los pensamientos y cómo se genera la inteligencia), las matemáticas (lógica, computación, algoritmos, grandes números y probabilidad), la economía (Teoría de Juegos, Teoría de las Decisiones –empresas e individuos, satisfacción del consumidor, maximización de beneficios de las empresas), la neurociencia (cómo funciona el cerebro, el razonamiento), la psicología (ciencia cognitiva), y la ingeniera computacional (como se puede construir un computador, un robot que sean eficientes).
La historia indica que la inteligencia artificial nació en 1956, a partir de un taller ofrecido en el Dartmouth College por John McCarthy. En 1957 Herbert Simon afirmaba que “actualmente en el mundo existen máquinas capaces de pensar, aprender y crear”, y aun no se tenían los avances tecnológicos que se muestran hoy en día. Pero, ¿qué es capaz de hacer la IA? Las respuestas a esta pregunta son breves y concisas: “programa de planificación autónoma a bordo que controlaba la planificación de las operaciones de una nave espacial”; “primer sistema que derrotó a un campeón mundial en una partida de ajedrez cuando superó a Garry Kasparov”; “muchos cirujanos utilizan hoy en día asistentes robot en operaciones de microcirugía”, “pronósticos casi exacto de las decisiones futuras de los consumidores”.
Otra pregunta es la siguiente: ¿Qué es lo que está impulsando la adopción de la IA? Según el Portal de Oracle Cloud Infrastructure (OCI), tres factores llevan a esto: a) La capacidad de cómputo asequible y de alto rendimiento; b) los grandes volúmenes de datos que manejan las empresas actualmente, y c) las ventajas competitivas que supone.
Una interrogante particular que se hace la sociedad es sobre los riesgos que implica la adopción de la IA. Frente a esto, el BID (2022) enumera algunos que están vinculados con: La filtración de los datos personales que pueden comprometer el bienestar de las personas, y la extrema vigilancia y posterior manipulación por parte de las organizaciones privadas o gubernamentales con acceso a la información que alimenta a las tecnologías de inteligencia artificial. Una conclusión importante de todo lo anterior es que, aunque no lo queramos, habrá inteligencia artificial para rato.